Siguiendo con el tema de los monstruos uno que no
falta en la mitología vasca es la figura del Diablo. Lucifer conoce a la
perfección la debilidad y ambición del ser humano y juega a ponerlo a prueba constantemente. Ya
sea a cambio de dinero, un favor, un amor imposible o un hijo deseado que nunca
llega a concebirse, son muchos los personajes que han vendido su alma al
diablo. Éste disfruta con la perspectiva de llenar el infierno de almas pero, a
su vez, se divierte como un gato con el ratón, alargando la agonía del incauto que
se atreve a pactar con él. Con lo que no cuenta Belcebú es con la sagacidad de
sus presas ya que, la mayoría de las veces, vence el ingenio humano.
Txerren es uno de los nombres que recibe el Diablo
en algunas zonas del País Vasco. Cuando he tenido ocasión de relatar esta historia
a chavales y chavalas de entre 8 y 10 años me decían “Qué tonto es ese hombre
que pacta con el Diablo, todos sabemos que el Diablo es malo”. Lo que tal vez
no sepamos es que, en la vida real, el Diablo toma muchas formas, y no todas
son tan reconocibles como la representación que cada uno de nosotros y nosotras
nos hacemos de él en la imaginación.
¿Estáis preparad@s? Aquí va la historia de Txerren.
Hermoso reloj de sol de la iglesia de Santa María, en Mañaria (Vizcaya) |
Dicen que esta historia sucedió en el pueblo de
Mañaria, en Vizcaya. En un momento de mucha necesidad un hombre vendió su alma
al diablo y firmó un contrato que se cumpliría al cabo de cinco años. Cuando se
acercaba la fecha de su consecución el diablo apareció y le dijo:
-
¡Vengo a recordarte lo que pactamos en
su día! Pero… para que no digan que soy tan malo, en esta ocasión seré generoso
contigo. Si adivinas cuántos años tengo serás libre para siempre; si no
aciertas, en cambio, te llevaré conmigo al infierno.
El pobre hombre, totalmente desolado, comenzó a
pensar cual podría ser su edad:
-
Puede ser cualquiera, desde un año
hasta un millón…
Preguntó a sabios, doctores y brujos. También a reconocidos
sacerdotes, a brujas, a personas que calculaban la edad oficial de las
personas… ¡pero en vano! No había nadie que supiera la edad del diablo.
Cuando ya solo faltaban dos días para que se
cumpliera el plazo, se le apareció una ancianita.
-
Joven –le dijo la anciana- ¡qué mala
cara tienes!... ¿Me quieres decir qué te pasa?
-
¡Ay, señora!...-y comenzó a llorar el
joven- no hace mucho que tuve gran necesidad de conseguir dinero a cualquier
precio; entonces, se me apareció el diablo y me ofreció una gran cantidad a
cambio de mi alma. En aquel momento quitarme las deudas me pareció lo mejor,
pero ahora, cuando ya no tiene remedio, no pienso así.
-
Así es que le has vendido tu alma al
diablo, ¿no es así? –le preguntó la anciana- ¿y cuándo se acaba el plazo?
-
¡Ay, señora!, se acaba pasado mañana,
y si no adivino cuantos años tiene, estaré perdido para siempre. Aunque he
preguntado a mucha gente nadie me ha sabido decir cuántos años tiene el diablo.
La anciana comenzó a reír.
-
¡Bah! ¡No te preocupes! –le dijo- vete
a casa y deja este asunto en mis manos, yo me ocuparé de él.
La anciana se acercó a la cueva donde vivía
Txerren, se puso de espaldas a la entrada, se levantó la falda, dejando el culo
a la vista y se agachó, de manera que la
cabeza se veía entre las piernas. Entonces gritó:
-
¡Txerren! ¡Txerren! ¿Dónde estás?
imagen: herensuge.galeon.com |
Al oír su nombre, Txerren salió a la puerta y se encontró con una visión
inesperada: una cabeza debajo del culo. Le entró tal ataque de risa que a punto
estuvo de ahogarse.
-
¡En mis dos mil y un años de vida no
he visto nada igual! –dijo.
Al oír esto la anciana corrió a casa del moroso y
le dijo la edad del diablo.
Al poco tiempo Txerren apareció en casa del hombre.
-
Muy bien, muy bien… vengo a cobrar mi
deuda… ¡tu alma es mía! Pero antes, voy a ver si has sabido aprovechar la
ocasión que te di. Dime: ¿Cuántos años tengo?
-
Dos mil y uno, ni uno más ni uno menos
–respondió el hombre.
El diablo se quedó con la boca abierta.
-
No sé cómo lo has adivinado, ¡pero
eres libre! –y después de decir eso desapareció.
Aquel hombre vivió durante muchos años y, a partir
de entonces, se cuidó mucho de hacer pactos con el diablo.
(Leyenda popular extraída de “Euskal Herriko
Leiendak” de Toti Martínez de Lezea. Traducción: Inés Bengoa)
Imagen de www.lapostta.com.ar
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