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Uno de los personajes que no pueden faltar en la
mitología vasca son las brujas o sorginak. En los siglos XVII y XVIII la
Inquisición dirigió una fuerte persecución de las brujas en gran parte del
territorio vasco. Muchos hombres y mujeres murieron encarcelados o quemados en
la hoguera acusados de brujería. En la localidad navarra de Zugarramurdi está ubicado
el Museo de las Brujas donde se abordan todas las cuestiones relacionadas con
el mundo de la brujería a la vez que retrata a la sociedad navarra del siglo
XVII con sus mitos y sus leyendas.
Las famosas cuevas de Zuggarramurdi. imagen: blog.ruralzoom.com |
Museo de las Brujas de Zugarramurdi. imagen: euskonews.com |
La leyenda popular habla de que las brujas se
reunían por las noches en el bosque, alrededor de una hoguera y allí celebraban
sus conjuros y hechicerías. Estas reuniones recibían el nombre de Akelarre.
La historia que os presento a continuación está
ambientada en esta época de brujas y hechizos.
Hace mucho tiempo, una vieja bruja de Urdazubi
acudía todos los viernes por la noche al Akelarre, como era su costumbre.
Esta vieja bruja tenía por vecinos a dos hermanos
solterones que, además, eran jorobados. Estos dos hermanos sospechaban que la
vieja era una bruja y por eso la vigilaban continuamente. Un día, uno de los
hermanos fue a ver a la anciana y le dijo:
-
Algún día me gustaría acompañarte a
una de esas reuniones a las que vas todas las semanas.
-
¿Reuniones? ¿Qué reuniones? ¿Dónde? No
sé de qué me hablas.
Pero fue tan insistente el jorobado que, al fin,
la bruja reconoció que todos los viernes acudía al Akelarre. Así pues,
decidieron ir juntos a la próxima reunión pero antes la bruja le dio un consejo
al jorobado:
-
¡Métete esto en la cabeza! El Brujo
Mayor de la reunión nos pedirá que digamos los días de la semana y hay que
decirlos así: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado. ¡No se te
ocurra decir domingo! ¿Ha quedado claro?
El vecino jorobado se mostró de acuerdo con esta
petición y el viernes acudieron juntos al Akelarre.
Había cientos de brujas y brujos y, en medio de
todos ellos, El Brujo Mayor, con un
enorme libro debajo del brazo. En seguida trajeron una silla roja y el Brujo
Mayor se sentó en ella. Todos los presentes pasaron delante de él, besaban el
libro y decían los días de la semana.
Cuando llegó su turno, el jorobado besó el libro y
dijo así:
-
Lunes, martes, miércoles, jueves,
viernes, sábado y domingo.
-
¿Quién ha dicho domingo?
-
Ha sido el jorobado, señor –le
contestaron los demás.
-
¡Que le quiten la joroba!
Y le quitaron la joroba. El hombre, ahora sin
joroba, volvió lleno de alegría a su casa. Su hermano, que le estaba esperando
en casa, se quedó muy sorprendido:
-
Oye, ¿cómo has hecho eso?
El hermano le contó todo lo que había pasado y le
recomendó que hiciera lo mismo.
Así pues, el segundo hermano fue a casa de su
vecina la bruja y le pidió que lo llevara a él también al Akelarre.
-
Te llevaré, pero… me tienes que
prometer que no dirás “domingo”… tu hermano también lo prometió y no lo
cumplió.
-
Estate tranquila, que así lo haré –le
contestó el hombre.
Cuando llegó el viernes fueron los dos al
Akelarre. El hombre pudo comprobar que todo sucedía tal y como se lo había
contado su hermano, y cuando llegó el momento de decir los días de la semana,
el hombre dijo así:
-
Lunes, martes, miércoles, jueves,
viernes, sábado y domingo.
El Brujo Mayor se levantó más enfadado que nunca y
preguntó:
-
¿Quién ha dicho domingo?
-
Ha sido este jorobado, señor
–contestaron los demás.
-
Una vez está bien –dijo el jefe- ¡pero
dos ya es demasiado! ¡Que le pongan la otra joroba!
Y el pobre hombre volvió a su casa con dos jorobas
que no pudo quitarse nunca más ya que la vecina desapareció del barrio y no
pudo volver a ir al Akelarre.
(Fuente: “Euskal Herriko Leiendak” de Toti Martínez
de Lezea. Traducción: Inés Bengoa)
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