¡Ni medites ni recuerdes!
Está claro que el pueblo mexica vivía con angustia el hecho de que la mayoría de ellos no iría acompañando al Dios Solar.
fuente foto: pasaporteblog.com |
En la literatura náhuatl se hace patente cierta obsesión por la inmanencia de la muerte y la fugacidad e inutilidad de la vida. Los dioses parecían crueles y los humanos sentían cierta hostilidad hacia ellos. No obstante, nació en el pueblo mexica una tendencia filosófica epicúrea (quizá os resulte familiar): como no había más vida que la terrenal era importante disfrutar de sus bienes y olvidarse de la muerte. Así se expresó un poeta náhuatl con un sentimiento bastante práctico de los días:
“¿Qué meditáis, que recordáis, amigos míos?
¡Ya nada meditéis!
A nuestro lado brotan las bellas flores:
Sólo así da placer a los hombres el dador de la vida.
Todos, si meditamos, si recordamos, nos entristecemos aquí”.
(Fragmento de un verso recogido en “Cantares mexicanos”, M. de León)
¡Ya nada meditéis!
A nuestro lado brotan las bellas flores:
Sólo así da placer a los hombres el dador de la vida.
Todos, si meditamos, si recordamos, nos entristecemos aquí”.
(Fragmento de un verso recogido en “Cantares mexicanos”, M. de León)
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