lunes, 9 de julio de 2012

Particular Feng Shui de Sevilla


Jesús García López de la Osa, experto en Feng Shui, nos ayuda a entender por qué Sevilla es como es según la sabiduría del Feng Shui. Quizá podamos ahora tener más herramientas para comprender cómo se comporta energéticamente nuestra ciudad y cómo nos influye a los sevillanos y residentes estas características energéticas que nos acompañan mañana, tarde y noche… 

Jesús en la Vega de Carmona

Hace un rato me vino a la memoria un comentario de un personaje en una peli de Amenábar; aquella en la que aparecían nazarenos pistoleros por el barrio de Santa Cruz. Quizás los que leáis esto recordéis el nombre del film en cuestión. Bien, pues ese actor decía algo así como: “¿Qué puede esperarse de una ciudad que en su plano coloca el norte a la izquierda?”.

La observación tiene su cosa, pues efectivamente, Sevilla “perdió su norte” casi antes de ser fundada. Y esto es una cuestión de feng shui básico, también llamado feng shui de la forma o de los cinco animales.

Dicen los historiadores que el origen de esta ciudad nuestra fueron primitivas construcciones sobre palos (palafitos) y que de ahí deriva su nombre latino: Híspalis, de “Hispal” (ciudad sobre palos). Esta teoría no se ha demostrado pero como hipótesis es sugerente.

En cualquier caso sí que está claro que en tiempos geológicos no muy lejanos, esta tierra fue un lago o mar interior, ya descrito por los romanos como Lago Ligustino, que entraba por la zona de Cádiz y se extendía por las actuales marismas hasta Coria del Río.

El investigador Ribero Meneses sostiene la particular teoría de que la Giralda (su antecedente pre-almohade, claro) fue un faro en el medio de ese mar interior.

En la zona verde se aprecia el Lago Ligustino. Imagen: elcristo.es

Este primer dato ya nos habla de que el lugar escogido como asentamiento no gozaba de características geológicas muy estables ni saludables. Recordemos las plagas de mosquitos que en verano inundan las zonas de marisma de las costas onubenses, por ejemplo.

El hecho de construir sobre arcillas con gran cantidad de agua en el subsuelo explica que, por ejemplo, en el centro de Sevilla hallemos tantas viviendas con corrientes de agua subterráneas. Aguas que pueden causar problemas de salud a sus moradores.

Y volviendo al film de Amenábar, Sevilla no goza de un entorno geológico que le aporte estabilidad y protección. Imaginad el plano de la ciudad con el norte arriba, es decir, la zona de San Lázaro. Lo explicaré siguiendo las teorías del feng shui clásico: en nuestras latitudes, lo ideal es asentarse en una zona al resguardo de los fríos vientos del norte y noreste. ¿Tiene Sevilla una sierra suficientemente próxima y alta que cumpla esta función? Obviamente, no.

Al sur lo ideal es gozar de una llanura amplia que expanda la visión. Puede ser también un mar o un río que abrace a la ciudad, como envolviéndola. Sevilla tiene algo de esto pero el Guadalquivir no corre en este sentido por estas tierras: lo hace de norte a sur.



En la zona este se recomienda una elevación del terreno menor que en el norte o bien arboledas con suficiente altura como para cumplir dicha función. Al este de Sevilla tenemos La Vega de Carmona y La Campiña…

Elevaciones del terreno poquitas, poquitas... foto: ojodigital.com

Finalmente, en el oeste debería haber una zona de lomas viejas con poca altura que protejan un poco de los vientos húmedos del oeste. ¿Y qué encontramos aquí? La falla del Aljarafe y el río Betis de los romanos.

Podríamos aventurar, como primera hipótesis, que es ese flujo del río por el lado oeste de la ciudad el que impide que en Sevilla permanezca nada. 

Históricamente es una ciudad que ha gozado de momentos de gran esplendor y que ha tenido muchas oportunidades pero todas acabaron desembocando en el Atlántico, allá por Sanlúcar. Recordemos que fue “puerto y puerta de Indias” en los siglos XVI y XVII y todo quedó en agua de borrajas. Sin ir muy lejos y ya en pleno siglo XX perdió dos grandes oportunidades en sendas exposiciones universales: las de 1929 y la de 1992… ¿será la maldición de las dos últimas cifras en capicúa? ¿O será que en esta tierra todo llega y todo pasa?

Creo que a nadie se le escapa el hecho de que asentar proyectos en Sevilla (especialmente si eres nativo) no es tarea fácil. Parece que aquí se cumple especialmente aquello de “no ser profeta en tu tierra”, sobre todo si perteneces a los perros verdes hispalenses. Que se lo cuenten a Cernuda, por poner un ejemplo…

Una amiga me sugirió una vez que –quizás- las torres de las iglesias, con la Giralda a la cabeza, actúen como especie de acupuntura de la tierra, capaz de frenar un poco ese flujo de energía hacia el mar. Si venís desde cualquier parte hacia Sevilla, comprobaréis que la altura media de la ciudad y la de  sus torres, exceptuando a la Torre Mayor y al Espárrago Pelli, no dan la talla como para llegar a ejercer esa función correctora. Y de cualquier forma, estudiando la historia de la ciudad se ve que, por ahora, seguimos siendo nativos de una tierra que acoge todo lo que le llega sin retener casi nada.

Y para que quede constancia de esa afición tan nuestra de recostar a la ciudad sobre su costado oeste  (zona del río y del Aljarafe), mirad el primer plano de la Sevilla, mandado ejecutar por el asistente Pablo de Olavide en 1771. Será que en esta tierra nuestra incluso al plano lo ponemos a dormir la siesta…



Ahondaremos en estas y otras cuestiones en sucesivos artículos. Mientras, me voy a dar un paseo en barco por el río…

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Noticia de última hora sobre el Guadalquivir: 

"Cientos de personas convocadas por WWF saltan al Guadalquivir y al Guadiato, entre otros ríos, para pedir cauces limpios"

http://www.europapress.es/andalucia/sevilla-00357/noticia-cientos-personas-convocadas-wwf-saltan-guadalquivir-guadiato-otros-rios-pedir-cauces-limpios-20120708165024.html

1 comentario:

  1. Muchas gracias por tan valiosa información... sin palabras.
    Un Saludo.

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