Hoy estuve con parte de mi familia pasando el día en una piscina pública. Había poca gente y silencio, estampa extraña en esta ciudad donde gritamos más de la cuenta. Sentada al borde de la piscina, a mi izquierda, una mamá dentro del agua sostenía a su beba. Al rato, me di cuenta de que la madre estaba dándole de mamar a su hija. La cabecita de la niña reposaba confiada y entregada en el pecho de la madre, ajena al espacio y al tiempo.
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La señora debió darse cuenta de mi carita de felicidad y me habló. En Sevilla, como digo, a veces gritamos más de lo que debemos y a la vez guardamos pautas de conducta que agradezco, como el hecho de que una mujer a la que no conozco me cuente las bendiciones de la lactancia materna. Crio a su primera hija dándole el pecho hasta los 5 años. Y este segundo bebé iba camino de repetir la misma hazaña. Eso sí, dedicación total a las demandas de sus hijas con todo lo que este compromiso implica. Me alegré porque sé que estamos volviendo a valorar la herencia que regalamos a nuestros hijos cuando le damos de mamar más tiempo del que está “socialmente” establecido. Entre otras, la certeza de que serán niños más saludables que aquellos que no han podido disfrutar más tiempo de la leche de sus madres. Ella lo comentó satisfecha: “Mi niña mayor rara vez se pone malita. Da gusto. Y está fuerte y delgada, y come y duerme estupendamente”.
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Y lo mejor de la historia: esta mamá tenía una vecina con un bebé que padecía bronquitis un día sí y otro también. Así que no se le ocurrió mejor idea que ofrecerle a la vecina sus pechos para darle de mamar al bebé quebradizo. La vecina no salía de su asombro, y con lágrimas de agradecimiento, le dijo que sí, que aceptaba la propuesta. Se pusieron de acuerdo para coincidir diariamente y el niño fue amamantado durante 5 meses. ¿La bronquitis? ¿Qué bronquitis?
Será que cuando eres madre te conviertes -sin darte cuenta- en la madre de todos los niños del mundo. Será que dar es recibir. Y que el mejor regalo para un niño con cierta debilidad en su cuerpecito es la leche materna de cualquier madre del planeta. ¡Qué alegría sencilla ser mujer! ¡Qué maravilla ver las plazas, los parques y las piscinas llenas de madres alimentando a sus cachorros! ¡Qué alegría que la vecina, además de darte perejil o un limón, te comparta el soplo de vida de su bendita leche! Pues ya está, además de bancos éticos y Bancos del Tiempo -que falta hacen- pongamos de moda los Bancos de Leche.
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En prensa:
Cientos de bebés prematuros se benefician de la leche materna donada por otras madres que, de manera altruista, la ceden a alguno de los siete bancos de leche materna que operan en España. Son bebés que, en la mayoría de los casos, no pueden ser amamantados por sus propias madres ya que al nacer mucho antes de lo que les corresponde sus madres no están preparadas para generar leche. En el resto de los casos alguna patología de la madre o del neonato hace que no pueda ser amamantado directamente. Desde la apertura del primer banco de leche humana en 2001, España ya cuenta con siete bancos de este tipo.
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