¿Qué tienen en común la mayoría de los productos enlatados,
envasados o deshidratados, además de bebidas o comidas chatarra?
¡La letra E!
E-621, E-622, E-623, E-624, E-625
Estas nomenclaturas hacen referencia a los
indeseados glutamatos: 5 sales del acido glutámico autorizadas para uso
alimenticio como aditivos. El glutamato monosódico (E-621), el glutamato
monopotásico (E-622), el glutamato cálcico (E-623), el glutamato monoamónico,
(E-624) y el glutamato magnésico (E-625). Ya hay demasiados estudios sobre sus
efectos secundarios como para pensar que añadir tantos aditivos a
nuestros alimentos facilita el deterioro del sistema nervioso, el autismo, el alzhéimer,
el párkinson, el TDAH (trastorno por déficit de atención), las migrañas, la hipertensión,
la diabetes, el tinnitus o las arritmias.
Hay 2 libros (ambos escritos en inglés) que ya
avisaban de los efectos secundarios de la ingesta de altas dosis de glutamatos
en nuestra dieta: “Excitotoxinas: muriendo con gusto”, del Dr. Russell Blaylock
(1994) y “El mal gusto del síndrome MSG (Glutamato Monosódico)”,
del Dr. G. Schwartz. Este último libro tuvo tanta repercusión que la industria
agroalimentaria dejó de escribir en las etiquetas de los alimentos MSG y lo sustituyó por expresiones como:
hidrolizado de proteína vegetal, proteínas vegetales, fermentos autorizados,
soja texturizada, caseinatos, vegetales hidrolizados, etc.
Glutamato monosódico en forma de cristales. foto: molicorp.com |
Como todo en la vida el secreto está en el uso
prudente y no en el abuso. Podemos hacer como los japoneses: durante siglos
utilizaron un ingrediente natural para realzar los sabores de sus platos: el
alga Kombu (laminaria japonica), tanto
cruda como deshidratada. ¡Hasta el plato más insípido gana en sabor y
consistencia con ella!
Alga Kombu con arroz y soja. foto: amorvegano-recetas.blogspot.com |
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